Por C.R.Luismël
Debo haber tenido unos seis o siete años cuando vi por primera vez esta película, llena de fantasía, de cobardes, de valientes y de brabucones.
Cada detalle de la película, los personajes, los escenarios, llamaron mucho mi atención, aunque no tenía la madurez suficiente para entender de qué se trataba realmente. Y creo que por haberla visto a esa edad, me tomó muchos años romper con esa primera impresión que quedó como si fuera una programación anticipada: una idea implantada en la infancia que es difícil cuestionar después.
La Historia Sin Fin – Parte 1
Ver al heroico Atreyu llorar por su caballo Artax es algo que también me marcó, como a muchos de mi edad, creo yo.
Ver cómo Sebastián (o Bastian, en la versión original) no sabía defenderse, era frustrante, hasta que entendí que mi historia a esa edad era muy parecida: rodeada de niños brabucones y de circunstancias difíciles.
El dragón Falkor era una mezcla de miedo y aventura, pero mi principal preocupación en toda la película era por qué el papá de Bastian no lo buscaba por toda la ciudad, con policía y todo aquello mientras estaba leyendo el libro, escondido en su escuela y de noche. ¿Tan fácil era que un niño desapareciera así de su casa? Esa idea me angustiaba de niño… y honestamente, todavía un poco, hasta ahora.
Y la Emperatriz «que parecía una niña», era algo divino de mirar: bella y deslumbrante. Recordemos que tenía yo menos de nueve años y no tenía pensamientos de enamoramientos ni nada de eso.
Volviendo al tema, podía ver la película una y otra vez, sin cansarme y sin terminar de entenderla del todo.
La segunda Parte: El rechazo y el reencuentro
Hasta que vi la parte dos, y la rechacé de inmediato. Me parecía rara, incluso perturbadora. Nunca pasé de los primeros quince minutos.
Tenía ya como catorce años cuando la vi. Mi primer problema: no era el mismo Bastian, no era el mismo Atreyu, el papá ya no parecía un padre, sino un tipo cualquiera de la esquina. Y esos monstruos grotescos… no los podía soportar. La emperatriz era diferente, todos me parecían impostores. Me quedé con la parte 1 por todos estos años.
En todo caso, prefería ver Gremlins 1 y 2, que estaban de moda también, y eran más divertidas.
La tercera Parte: Una historia noventera con corazón
Escuché por ahí que había una parte 3, pero no sé si llegó al Perú. En todo caso, solo vi la carátula de algún DVD, y no me llamaba la atención. Parecían personajes de Saved By The Bell.
El despertar de mi entendimiento
Aun así, seguía viendo y recomendando la parte 1, hasta que un día decidí romper ese adormecimiento mental y tratar de entender qué era la Nada… y por qué se llamaba así la película.
Y por fin la entendí. Creo que me ayudó un poco el haberme vuelto programador y comprender el concepto de null, void y similares. Ese vacío sin forma, esa Nada que devora Fantasía, era como un Null existencial. Y cuando uno trabaja con código, empieza a entender que lo que no tiene significado ni propósito… deja de existir.
Y también comprendí mejor el porqué del título, así que tuve que verla varias veces más para por fin entender cada detalle, y es entonces cuando decidí darle una oportunidad a la trilogía completa. Resulta que, las partes dos y tres tienen tramas y mensajes muy bonitos y que valen la pena comprender.
Redescubriendo la parte 2
A pesar de esos monstruos feísimos y de esa reina malvada, en realidad la película nos muestra cómo vive una persona amargada y sin corazón.
Por alguna razón, al ver la segunda parte, vinieron a mi mente El Mago de Oz, Blanca Nieves y Jiban. Una mezcla extraña, pero coherente en mi memoria.
Tampoco me gustó que Atreyu se deje vencer tan fácilmente si se supone que era un guerrero. Pero claro, había que vencer a alguien importante para completar la trama. La realización ya no era tan detallista como la parte uno, y me pareció incluso más «americana»… y muy noventera.
Redescubriendo la parte 3
Y hablando de noventera, hablemos de la parte tres. Tan noventera que me pareció un capítulo de Salvado por la Campana, o Step by Step, o de Dinosaurios… y listo. Seguro porque usaron los animatronics de Jim Henson.
Una vez más, eran otros personajes, una Emperatriz más teen-like que child-like, y todo tenía un aire muy de televisión americana.
La trama, sin embargo, es muy emotiva. En medio de enredos y desenlaces extraños, da un mensaje muy claro a una problemática que se empezó a suscitar mucho por aquellos años… y que ahora es pan de cada día. No voy a contar más para no hacer spoiler, por si no la has visto todavía.
Me gustaron también las referencias alemanas, como para honrar el origen de esta obra. La historia fue escrita originalmente en alemán, un idioma y cultura que siempre me llamaron la atención y me encantaría visitar por un buen tiempo. Desde los autos BMW, el avión de Lufthansa, y otros detallitos. Aunque las últimas dos películas eran más americanas en todo lo demás.
Lo que sí me molestó en este caso fue que cambiaran la cara de la esposa del gnomo Engywook… ¡y que los Mascapiedras eran totalmente distintos! Pero se salvan por haber incluido ese clásico de Steppenwolf: Born to Be Wild.
Mi reflexión
Ahora entiendo que La Historia Sin Fin, de alguna manera, creció conmigo, aunque yo quería seguir viendo el mundo según lo que me contaron en la parte uno… hasta que crecí y entendí.
Definitivamente, la trilogía —con distintos directores, actores, estilos y tiempos— cumplió su misión: contarme una historia que, al final, también resultó ser la mía.
Una historia que nunca termina, como la vida misma.
Porque lo más importante es creer en uno mismo, lo más importante es no dejar de imaginar.
Porque la fantasía transforma la realidad.
Y porque algunas historias no solo se ven… se sienten.
Esta es una de ellas, es tu historia, es mi historia: Una verdadera Historia Sin Fin. ❤️
CRLuismël
1 ago 2025
P.S.: ¿Sabías que existen dos versiones distintas de la parte uno? Una es ligeramente más extensa… y la otra incluye la icónica canción The NeverEnding Story de Limahl. Curioso, ¿no? ☺️





