Por C.R.Luismël
Publicado originalmente el 15/02/2025 en mis redes, ahora adaptado y ampliado para mi blog
Cuando hablamos de las profecías de Nostradamus, muchos damos por hecho que fue un profeta. Pero, ¿alguna vez has leído sus famosas cuartetas?
¿A cuántos nos consta realmente que esos versos se refieren a eventos que han ocurrido?
Hoy, que basta un solo clic para encontrar cualquier libro, ¿no sería un síntoma de pereza intelectual seguir creyendo lo que nos han dicho desde siempre, sin investigarlo por nuestra cuenta?
No pretendo ofender a eruditos y estudiosos del tema. Pero, a juzgar por el clásico documental narrado por Orson Welles —que a más de uno de mi generación nos quitó el sueño cuando éramos niños— sigo pensando que las cuartetas que Sir Orson narra, tienen poco o nada que ver con los sucesos históricos a los que supuestamente aluden.
Al principio, creí que simplemente no tenía la inteligencia suficiente para comprender la conexión. Pero ya con más de cuarenta años de edad, parece que nunca llegaré a poseer tal inteligencia… o tal vez simplemente no existe esa relación tan ansiada.
Entonces me pregunto: ¿y si, en lugar de un profeta, Nostradamus fue un hombre de gran elocuencia e imaginación, que en una época donde pensar libremente era peligroso, optó por expresarse de forma enigmática?
Al leer sus cuartetas, me parece evidente que no se pueden vincular de forma sólida con hechos históricos ni predicciones específicas.
Aun así, siguen apareciendo intérpretes que las relacionan con fenómenos tan recientes como el COVID-19 o incluso con episodios de Los Simpson. Hoy en día, hasta las plataformas de streaming tienen documentales nuevos sobre sus profecías.
Sobre profetas y el peso del término
Es importante ser cautelosos con lo que circula en documentales o redes, donde muchas veces se presentan teorías sin base sólida.
Hablar de profetas, en todo el sentido del término, implica hablar de personas con una capacidad casi divina de transmitir mensajes a la humanidad. Personas elegidas por fuerzas supremas para ver más allá de lo evidente. Recordemos que profetizar y profesar no son sinónimos.
Históricamente, los profetas han ocupado lugares privilegiados, pues encontraban el camino para llegar a reyes, gobernantes o emperadores, llevando mensajes que afectarían a grandes poblaciones. En tiempos donde pocos sabían leer o escribir, sin radio ni prensa, ni siquiera señales de humo tan efectivas, los profetas eran un canal excepcional.
Nostradamus, sabemos, tuvo contacto con los poderosos de su época. Tras tragedias personales, se recluyó y empezó a escribir y publicar sus cuartetas en la Francia del siglo XVI, hasta su muerte, incluyendo una publicación póstuma. Sus versos están organizados en “centurias”, lo que da a entender que trató de hablar de sucesos a lo largo de diez siglos, mil años después de su vida.
Contexto histórico: ¿más poeta que vidente?
Ubicándonos un poco en su tiempo: Michel de Nostradamus vivió muy poco antes que Galileo Galilei. Francia ya enviaba expediciones a América, financiando exploraciones por doquier. Todo se juzgaba bajo el prisma del pecado, y la herejía podía costarte la hoguera.
Por eso resulta tan curioso que Nostradamus lograra publicar un libro titulado Prophecies, sin atraer demasiado la atención de las autoridades papales o monárquicas. Para entonces, en Lima, Virreinato del Perú, se acababa de fundar (apenas cuatro años antes) la Universidad Mayor de San Marcos.
Era pleno Renacimiento: Europa dejaba atrás siglos de oscurantismo para abrazar las artes, la filosofía greco-romana, el humanismo y nuevos esquemas políticos. Quizá Nostradamus fue un visionario en este sentido, algo así como un artista conceptual de su tiempo.
Reflexión final
Siempre nos han enseñado que nadie puede predecir el futuro con certeza. En el caso de Nostradamus, lo que sí podemos ver —al menos por ahora— es más bien una reflexión poética de su época, no un guion definitivo del futuro. Tal vez haya sido un poeta… o tal vez sus profecías aún no han ocurrido.
Te invito a investigar, cuestionar y no aceptar ciegamente interpretaciones que pueden moldear nuestra percepción colectiva. Pero también a mantener una mente abierta, para entender lo que tal vez está oculto ante nuestros propios ojos.
— C.R.Luismël
